La revista ensamblada ideada y dirigida por Alfonso Aguado Ortuño (Mislata - Valencia) LA JIRAFA EN LLAMAS dedica su Nº 23 a homenajear al poeta Miguel Hernández con motivo del centenario de su nacimiento. Un número que reúne obras de gran calidad técnica, expresiva y sensitiva como el trabajo literario y la grandeza humana del gran poeta homenajeado. Raimon Blu colabora con un relato breve titulado "Antes de ser hombres eran y habían sido niños yunteros" basado en la experiencia vivida por su bisabuelo Pepe yuntero en un cortijo situado en el altiplano granadino, y con un poema visual basado en una estrofa de Miguel Hernández y realizado sobre una de las lomas circundantes donde sucede el dicho relato.
Antes de ser hombres eran
y habían sido niños yunteros.
Nació en las cuevas donde moraba la servidumbre de pequeños
terratenientes, en tierra yerma de cereal rogado, de olivares dispersos y
almendras bisiestas, en época de revoluciones de la clase obrera en otros lares.
Bregó su efímera infancia al calor del estiércol de las bestias, su única
escuela fue de la cuadra a la era, aparejando las mulas. Apenas sostenía en
sombra cuando ya volteaba solitario surcos y besanas con una yunta.
Adquirió tal destreza arando que joven, casado y con dos
hijos, le devino buena oferta como labrador para un terrateniente mayor, quien
le proporcionó justo jornal y casa de mampostería y teja. Recién aposentado
estalló la Guerra Civil Española y una tarde a las puertas del cortijo se
presentaron milicianos republicanos, pretendieron llevarse preso al señor
terrateniente pero él se interpuso, evitando la detención con su noble palabra
de que antes del anochecer el señor terrateniente se iría de aquella su
propiedad. Así acaeció y durante los siguientes años continuó laboreando aquellas
tierras con su yunta, planificando las siembras y contratando jornaleros para las
siegas. Cada semana fielmente hacía llegar víveres al terrateniente y su
familia, sin recursos para alimentarse, ocultos en el pueblo de Baza convertido
en capital de la resistencia republicana.
Finalizó la guerra, regresó vencedor el señor terrateniente a
su finca y dijo a su fiel yuntero: “Yo os
ofrezco a ti y a tu familia casa y trabajo, conmigo nunca pasareis hambre, pero
tampoco ahorrareis para tener dos mudas”. Efectivamente, nunca juntó dos
camisas nuevas pero durante largos años de hambruna el yuntero obtuvo pan
reñido para sus hijos mientras se le veía laborear de sol a sol cantando coplas
de afinadas rimas, cuyas letrillas se inventaba y reverberaban como la agreste
flora, brotando soñadoras por los recovecos de las cañadas.
Algún día, en algún lugar, de boca de alguien escuchó el
poema del niño yuntero de Miguel Hernández y lo memorizó manteniéndolo siempre como
lúcida remembranza. Yo lo recuerdo anciano, nebuloso, con su mirada apagada y
el alma rendida, evadido en el dolor del suicido de su hijo primogénito,
sentado junto al fuego, sin gesticular palabra. Solo alguna vez, de cuando en
cuando, le oí recitando el poema del niño yuntero mientras ciscaba con su bastón
los troncos en ascuas, con inri, como si narrara su propia biografía, la
biografía de un pueblo noble sometido carne de yugo. El año siguiente al
suicidio de su hijo nací yo, en 1971, a quien debo mi nombre, era mi abuelo
Ramón, que igual a su padre, mi bisabuelo Pepe, antes de ser hombres ambos eran
y habían sido niños yunteros.
Raimon Blu Baza 30 de noviembre del 2017
Poema Visual de Raimon Blu incluido en el anexo de La Jirafa en LLamas Nº 23
Montando el contenido de la revista ensamblada La Jirrafa en LLamas Nº 23
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